La Exposición Internacional del 1929

El Palau Nacional
 
La Exposición Internacional en Montjuïc se celebró del 19 de mayo de 1929 al 15 de enero de 1930, y como ocurrió con la Exposición Universal de 1888, supuso un gran impacto en el ámbito urbanístico para Barcelona en general, y para la montaña de Montjuïc en particular. Para la celebración de este evento se urbanizó la plaza de España, la avenida de la Reina María Cristina -con las Torres Venecianas que hacían de entrada-, y se construyeron los pabellones que acogen actualmente la Fira de Barcelona, así como el Palacio Nacional, uno de los edificios más icónicos de la ciudad.

“ El recinto de Montjuïc, con sus palacios y fuentes,
es el testimonio de un tiempo en el que Barcelona aspiraba a la grandeza
— Rosa Regàs

La Fuente Mágica

Cuando los trabajos de construcción del recinto ferial estaban ya muy avanzados, los organizadores del evento consideraban que faltaba algo especial que marcara la diferencia. Fue entonces cuando Carles Buïgas presentó un proyecto para una “obra imponente, colosal, atrevida y costosa”, que debía emplazarse en la entrada principal del recinto expositivo: la Fuente Mágica de Montjuïc. Muchos pensaron que era imposible, pero en menos de un año, más de 3.000 obreros convirtieron en realidad ese sueño del joven arquitecto. Cuando se inauguró fue una de las primeras fuentes del mundo con espectáculos de luz y movimiento de agua sincronizado. 


La Exposición Internacional de 1929 dejó un legado arquitectónico significativo en la ciudad. Uno de los pabellones más emblemáticos fue el construido por Ludwig Mies van der Rohe y Lilly Reich para representar a Alemania. El edificio original fue desmantelado después de la Exposición, pero debido a su importancia, se reconstruyó en 1986 fielmente en su emplazamiento original, al pie de Montjuïc. El pabellón propone una arquitectura sin muros convencionales: las superficies se descomponen en planos independientes que generan una única fluidez espacial. Su estructura minimalista, junto al reflejo del agua y el vidrio, crea una sensación de ligereza y armonía. Su simplicidad, la claridad espacial y uso innovador de materiales como el mármol, el travertino, el ónix verde y el acero cromado, lo han convertido en una obra maestra de la arquitectura moderna. 

El Pueblo Español

El Pueblo Español es un museo al aire libre. La idea fue impulsada por Josep Puig i Cadafalch, con motivo de la Exposición Internacional de 1929, y se concibió como un pueblo en el que se pretendían reunir las principales características de los pueblos de España. Diseñado por los arquitectos Francesc Folguera y Ramon Reventós, el recinto incluye 117 réplicas de plazas, calles y edificios emblemáticos de todo el país, como la Alhambra de Granada, la plaza de Valderrobres o el monasterio románico de Sant Miquel, con la portada de Santa María de Porqueres y el claustro del de Sant Benet de Bages. Además es un centro de dinamización cultural con talleres de artesanos que muestran técnicas tradicionales de cerámica, vidrio o cuero, ofreciendo a los visitantes una experiencia inmersiva. 

El Teatro Griego / Ricard Gabarrús

El Teatro Griego, construido en 1929 con motivo de la Exposición Internacional, se encuentra en un entorno privilegiado, entre los jardines de Montjuïc. Este teatro al aire libre se inspira en los antiguos teatros griegos, con una estructura semicircular y gradas que se integran armónicamente con la naturaleza. Fue diseñado por el arquitecto Ramon Reventós en colaboración con Nicolau Maria Rubió i Tudurí, encargado del diseño paisajístico. El Teatro Griego es conocido por su acústica excepcional que le convierte en un lugar ideal para representaciones teatrales, conciertos, danza y otros eventos culturales. Cada verano es el centro del prestigioso Festival Grec de Barcelona, uno de los eventos culturales más importantes de la ciudad.

Entrada al recinto de la Exposición Internacional (las Torres Venecianas)

La Exposición Internacional no sólo supuso la transformación de Montjuïc, sino que también supuso un gran impacto para el resto de la ciudad. Se ajardinaron las plazas de Tetuán, Urquinaona y Letamendi, se urbanizó la plaza de Catalunya, y se alargaron la Diagonal, la Gran Vía de las Corts Catalanas y los paseos de Gràcia y de Sant Joan. También se ejecutaron varias obras públicas: se terminó la sustitución de la iluminación de gas por la eléctrica y se instalaron los primeros semáforos para regular el tráfico de vehículos, el primero de los cuales se situó en el cruce de las calles Balmes y Provença. Además, se mejoraron las comunicaciones de la ciudad, con la construcción del Aeropuerto del Prat, la reforma de la Estación de Francia, la supresión de los pasos a nivel y el soterramiento de las vías del tren en el interior urbano —en calles como Aragó, Balmes y Via Augusta— y la electrificación de los tranvías públicos. 

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