

Casa Llotja de Mar | Héctor Ruiz Golobart
Muy cerca del mar, en el
Pla de Palau, se levanta un edificio de fachada neoclásica que esconde en su
interior uno de los tesoros del gótico civil más desconocidos de Barcelona: la
Lonja de Mar. La casa ha vivido diferentes etapas históricas con diversas
funciones, pero siempre relacionadas con la actividad comercial y marítima. El
edificio original fue edificado en el siglo XIV, ampliado un siglo más tarde
como almacén de mercancías y sala de contratación de operaciones comerciales.
El edificio actual,
construido en el siglo XVIII sobre el antiguo recinto medieval, es de estilo
neoclásico, pero preserva en su interior gran parte del conjunto gótico de la
primitiva lonja. El salón de contrataciones y el salón de los cónsules, de
doble planta, son ejemplos de esta magnífica obra medieval. Después de haber
alojado a instituciones tan emblemáticas como el Consulado de Mar o la Bolsa de
Barcelona, hoy es la sede institucional de la Cámara de Comercio.
“ Cuando un mercader abre su
mercado, no sólo vende mercancías,
sino que también abre las
puertas del conocimiento y de la amistad entre los pueblos
— Guillermo de Tyre


Salón del Consolat
Barcelona, como ciudad
portuaria, pronto se convirtió en una ciudad líder en el comercio marítimo por
el Mediterráneo, exportando productos manufacturados e importando materias
primas. En la época medieval, la expansión del comercio de la Corona de Aragón
se encauzó en cinco direcciones: el Mediterráneo oriental, el Mediterráneo
occidental, la península Itálica, la península Ibérica, y la Europa continental
y del Atlántico Norte. En la plenitud del mundo medieval, buena parte de la
prosperidad catalana reposaba en esta estructura mercantil que integraba
sectores sociales muy diversos, generaba grandes beneficios privados y
alimentaba a las finanzas públicas.
La ciudad tenía un
estamento mercantil cada vez más poderoso que siempre se mostró deseoso de
hacer ostentación de su influencia y de su poder económico. Al mismo tiempo,
los mercaderes cada vez tenían necesidad de más espacio para su creciente
oficio, y su sede, la Casa Llotja de Mar, se fue ampliando hasta convertirse en
el edificio más emblemático de la sociedad civil de aquel tiempo, la expresión
de la expansión, del poder y de la solidez del estamento de los mercaderes en
la ciudad.


Recreación de un daguerrotipo de la Llotja de Mar | Manel Capdevila
La Aduana del puerto de Barcelona