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Una de las acciones destacadas fue la recuperación de espacios públicos y la creación de nuevas zonas verdes. Se construyeron parques como el Vall d'Hebron y el Parque del Poblenou, que añadieron espacios de ocio y naturaleza para los ciudadanos. También se llevó a cabo una importante renovación de barrios periféricos, como Nou Barris y Sant Martí, con el objetivo de reducir desigualdades e integrarlos mejor en la trama urbana. Las reformas incluyeron la mejora de servicios básicos como el alumbrado público, el suministro de agua y el saneamiento. El proyecto también modernizó el centro histórico, especialmente zonas deterioradas como el Raval y el Born. Otra mejora destacada fue la remodelación de la Plaza de Catalunya y la mejora del paseo de Gràcia. Estas actuaciones urbanísticas consolidaron a Barcelona como una ciudad moderna, cosmopolita y preparada para afrontar los retos del siglo XXI.

