La Barcelona de los oficios: los gremios y cofradías

Barrio de la Ribera

En la Barcelona medieval, los oficios desempeñaron un papel fundamental en la vida económica, social y cultural. Muchas calles de Ciutat Vella toman el nombre de los trabajos que se practicaban, y hoy son un testimonio milenario de su rica historia artesanal y comercial. Son ejemplos las calles de los Sombrerers, de los Cotoners, de los Boters, de los Assaonadors, de los Carders y de los Corders, de los Argenters, de los Flassaders o de los Espasers, que se pueden encontrar paseando por el barrio de la Ribera, Sant Pere y Sta. Catalina. Estos nombres no sólo indican las actividades económicas que se realizaban en estas calles, sino que también permiten entender mejor la organización y el funcionamiento de la Barcelona medieval. Los oficios definían la estructura social de la ciudad. Los artesanos y comerciantes constituían una clase media urbana que se diferenciaba claramente de la nobleza y el campesinado. 

La formación de nuevos artesanos era esencial para la continuidad de sus oficios. Los aprendices pasaban varios años bajo la tutela de un maestro hasta convertirse en oficiales y, eventualmente, en maestros artesanos. Este sistema aseguraba la transmisión de conocimientos y habilidades a través de sus generaciones. Para defender su identidad y sus intereses, los artesanos se organizaban en gremios y cofradías que, aunque eran asociaciones integradas por los propios miembros, tenían propósitos y funciones distintas. 

 “ Los maestros de los oficios deben ser como padres para sus discípulos,
y enseñarles a trabajar con sabiduría, sin caer en el engaño ni el orgullo
Francesc Eiximenis


Los gremios eran organizaciones de artesanos y comerciantes que se agrupaban según su oficio específico. Su principal objetivo era regular la producción, garantizar la calidad de los productos, establecer las condiciones de trabajo y proteger los intereses económicos de sus miembros. Tenían una estructura jerárquica bien definida, con aprendices, oficiales y maestros. Organizaban ferias, mercados y tenían sus propios tribunales para resolver disputas internas. Además, ofrecían una red de apoyo social a sus miembros, incluyendo asistencia en caso de enfermedad, vejez o muerte. Cada gremio tenía sus propios santos patrones, celebraciones y rituales, que se integraban en la vida religiosa y festiva de la ciudad. La calle dels Assaonadors, por ejemplo, está presidida en su entrada, a la altura de la calle de Montcada, por una representación de San Juan Bautista, que era el patrón del gremio. Algunos de estos gremios alcanzaron un considerable prestigio y capacidad de influencia en la política local. A menudo, sus líderes participaban en el Consell de Cent, el órgano de gobierno de la ciudad, donde tomaban parte en decisiones políticas, económicas y urbanísticas importantes. En esta época se construyeron mercados, talleres y almacenes, mejorando las infraestructuras, las calles, el puerto o las defensas. Los gremios también financiaban la construcción de edificios públicos y religiosos, impulsando el crecimiento y el embellecimiento de la ciudad. 

“ Es sabido que el gremio es como una familia: sus miembros son hermanos
que se ayudan en el mal tiempo y celebran juntos la abundancia
— Anónimo medieval

Por otra parte, las cofradías eran asociaciones de carácter religioso y caritativo. Organizaban procesiones, misas y festividades religiosas, prestando asistencia a sus miembros y sus familias en caso de enfermedad, muerte u otras necesidades sobrevenidas. Solían disponer de una capilla o iglesia propia a través de la que vehiculaban sus actividades. Estas cofradías empezaron a ser cada vez más numerosas a partir del siglo XIII, y ya de forma muy destacada, durante el siglo XIV.  


Cofradia de los zapateros (Plaza de Sant Felip Neri)

La primera cofradía de oficio de la ciudad fue la Cofradía de San Marcos (1203), que fue la de los zapateros. La Casa del Gremio de los Zapateros se emplaza en la plaza de Sant Felip Neri. Encima del balcón de la primera planta del edificio, esculpido en la piedra, está el león de San Marcos, el patrón, y justo encima, dos relieves con forma de zapatos. Se trata de un edificio entre medianeras de planta baja, principal y dos pisos. Para entender su actual estructura de planta irregular, hay que tener en cuenta que se trata de un edificio que tenía su emplazamiento original en la calle Corríbia muy cerca de la catedral, y que fue trasladado en 1950 a una parcela arrasada por las bombas durante la Guerra Civil. El edificio original estaba afectado por los escombros de la apertura de la actual Avenida de la Catedral en 1943. La fachada principal está formada por tres composiciones bien diferenciadas, provocado por el traslado del edificio desde una parcela que no era de la forma ni de las dimensiones equivalentes. También resulta peculiar las diferencias de altura de las cubiertas y de los propios forjados. Estos indicadores demuestran la reutilización de más de una fachada para llenar todo el ancho de esta parte de la plaza. 

La composición de la derecha está equilibrada en dos ejes verticales de portales y balconeras con grandes aberturas y un balcón corrido en la planta primera. Se diferencia de las demás por su profusión de decoraciones y bajorrelieves; guirnaldas, medallones, símbolos y molduras. La composición del medio dispone de aberturas muy reducidas y carece de decoraciones, lo que hace pensar que era la fachada posterior del edificio original. La tercera composición situada a la izquierda es de origen diferente, ya que proviene de otro edificio también trasladado, e incluye una arcada de sencillas dovelas de piedra sin ninguna otra decoración y dos aberturas, una en cada planta con dinteles y enmarcados decorados con molduras renacentistas.


La tipología arquitectónica a la que pertenece el edificio se puede identificar como renacentista atendiendo al rigor de la composición geométrica de las aberturas de cada parte de la fachada. De todas formas, la profusión de complejos detalles simbólicos de piedra acompañando las aberturas de la fachada es propia de la estética decorativa del gótico catalán. Como elemento arquitectónico destacable encontramos la arcada que atraviesa el edificio y que da paso al callejón Montjuïc del Bisbe, y que también procede de otro edificio trasladado.


Cofradíia de los caldereros (Plaza de Sant Felip Neri)

En la misma plaza también se encuentra la antigua sede del gremio de los caldereros. En la piedra de la fachada del edificio hay un par de cucharas, símbolo del gremio. Se trata de un edificio entre medianeras formado por planta baja, principal y una planta superior. Su planta es irregular, puesto que se construyó de nuevo llenando los huecos de una parcela ocupada por un edificio y parte de otros destruidos durante la Guerra Civil. La fachada trasladada tenía su emplazamiento original en la calle de la Bòria, junto a la Plaza del Ángel con una arcada que pasaba por encima de un pequeño callejón, la calle Fileteres. Al reestructurarse la calle debido a la apertura de la Via Laietana, la fachada del edificio fue trasladada en 1911 a la plaza Lesseps, un lugar donde se encontraba fuera de contexto. En 1959 se trasladó de nuevo, esta vez a la plaza de Sant Felip Neri. La arcada que no se utilizó en este nuevo edificio se utilizó en el vecino edificio para dar paso al callejón Montjuïc del Obispo, uno de los dos accesos a la plaza. 


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