El plan Cerdà, la ciudad que crece

L'Eixample

Hasta el siglo XIX, Barcelona estaba encorsetada por sus murallas medievales, por lo que su crecimiento estaba limitado. La situación cambió cuando se derribaron, y la ciudad empezó a expandirse por la llanura adyacente. Había un inmenso espacio para construir y decorar, y era necesario un plan para ordenar la ocupación urbanística de este espacio. Esto se materializó en 1859, con la aprobación del Plan Cerdà. 

“ El Eixample es la utopía hecha cuadrícula,
un espacio donde cada calle es un camino de aire y de luz 
Quim Monzó 

El Pla Cerdà definía un Eixample con un trazado ortogonal entre Montjuïc y el Besòs, con un sistema de calles rectilíneas de orientación noroeste a sureste, de 20 metros de anchura, cortadas por otras de orientación suroeste a noreste paralelas a la costa y a la sierra. Quedaban así delimitadas una serie de manzanas de planta cuadrada. El plano preveía la construcción de varias avenidas principales: la Diagonal, la Meridiana, el Paralelo, la Gran Via y el paseo de Sant Joan; así como varias grandes plazas en sus intersecciones: Tetuán, Glòries, España, Verdaguer... También preveía la apertura de tres grandes avenidas en el casco antiguo de la ciudad: dos que conectarían el Eixample con la costa (Muntaner y Pau Claris) y otra en sentido perpendicular que conectaría la Ciutadella con Montjuïc. Además, contemplaba una serie de nuevas rondas que circunvalarían la ciudad antigua, en el espacio dejado por las murallas: las rondas de San Pablo, San Antonio, Universidad y San Pedro.  


Las edificaciones se proyectaron con una planta octogonal marcada por su estructura cuadrada de 113,33 metros, truncados sus vértices en forma de chaflán de 14 metros —lo que conocemos como manzana—, para favorecer la circulación. Este diseño era absolutamente singular respecto a las otras ciudades europeas. Los edificios debían tener una altura de 16 metros, y las manzanas debían tener en su interior un jardín. Cada barrio tendría una iglesia, un centro cívico, una escuela, una guardería, un asilo y otros centros asistenciales, mientras que cada distrito tendría un mercado y, cada sector, un parque. Sin embargo, la mayoría de estas disposiciones nunca llegaron a realizarse debido a la especulación inmobiliaria para aprovechar todo el suelo edificable y construir prácticamente en todas partes.

 

El Eixample, en sus inicios, fue sobre todo una zona residencial donde se alojaron las familias acomodadas tras abandonar la parte vieja de la ciudad. Esto incidió en la gran presencia de obras arquitectónicas modernistas, proyectadas por los mejores arquitectos de ese momento, y que hoy son un importante foco de atracción turística.  

Remonte en la calle Aragó

Los años de dictadura (1939-1975) se caracterizaron por un desarrollo urbano sin medida. La fiebre constructora provocó la creación de nuevos barrios periféricos sin una planificación urbanística previa, y también supuso un impacto significativo para el Eixample. La reforma de las Ordenanzas Municipales de 1942 permitió incrementar la altura de los edificios hasta 25 metros, en lugar de los 16 metros proyectados. Este aumento de la edificabilidad provocó la construcción de numerosas paredes medianeras que estropeaban la estética del diseño original, característica que persiste en la actualidad.

 

Por otra parte, entre 1957 y 1973, siendo alcalde Porcioles, se autorizó la ocupación de las zonas centrales de las manzanas con edificaciones bajas, destinadas en la mayoría de los casos a talleres y pequeñas industrias, en sustitución de los jardines. En esta época, los edificios siguieron creciendo: se podían añadir dos pisos adicionales, y encima de ellos, si se construía con la fachada retirada hacia el interior, todavía se podían levantar otros dos. Por norma general, estas obras en las azoteas de las fincas, conocidas como remontes, se llevaron a cabo sin respeto por la estética del diseño inicial, acabando de estropear el paisaje imaginado por Cerdà. 

“ El sueño de Cerdà se vio desdibujado por la codicia; los espacios abiertos se convirtieron en manzanas cerradas y los edificios crecieron devorando el aire
Manuel Vázquez Montalbán


Interior recuperado de una manzana del Eixample
Desaguisado urbanistico de la época Porcioles

Entradas que pueden interesarte