El reencuentro con el mar

La Torre Mapfre y el Hotel Arts

Con más de 154 metros, las torres gemelas -la Torre Mapfre y el Hotel Arts- son los rascacielos más altos de la ciudad y dan la bienvenida a los visitantes a la nueva fachada marítima. La idea de levantar un barrio residencial en primera línea de costa ya había sido planteada en tiempos de la Segunda República, en 1933, en lo que se llamó el Plan Macià, diseñado por Josep Lluís Sert y Le Corbusier, pero no pudo llevarse a cabo por el inicio de la Guerra Civil. Medio siglo después, la designación de Barcelona como sede olímpica hicieron realidad la antigua aspiración ciudadana de abrir la ciudad al mar. Aquello representaría la mayor transformación de la ciudad desde el derribo de las murallas, en 1854. 

“ Las olimpiadas nos dieron la playa y la ciudad;
nos hicieron darnos cuenta de que el mar es una parte de nuestra esencia
— Sergi Pàmies


La celebración de los Juegos Olímpicos marcó un antes y después para el frente marítimo de Barcelona. Antes de los Juegos, esta zona estaba ocupada por infraestructuras industriales, almacenes, vías de tren y espacios degradados que separaban a la ciudad del mar. Con los Juegos como catalizador, el litoral se transformó en un espacio vibrante y abierto a la ciudadanía, con playas, paseos marítimos y nuevas instalaciones deportivas. Se crearon las playas urbanas actuales, como la Barceloneta, Bogatell o Nova Icària, con espacios verdes y zonas de ocio a su alrededor. También se construyó la Villa Olímpica para alojar a los atletas, que posteriormente se convirtió en un moderno barrio residencial. La transformación conectó Barcelona con el Mediterráneo, cambiando su imagen global y convirtiendo el frente marítimo en uno de los espacios más emblemáticos y visitados de la ciudad, generando un fuerte impacto económico, social y turístico que todavía perdura. 


Los Juegos del 92 hicieron nacer un nuevo barrio, el de la Villa Olímpica, que sustituía a una vieja zona industrial de Poblenou, un conjunto anárquico de fábricas, almacenes, talleres, depósitos y vías del tren. La villa olímpica fue construida con el objetivo de satisfacer las necesidades de alojamiento de los Juegos Olímpicos, pero sobre todo para modernizar este sector urbano. El diseño del barrio se hizo siguiendo el cuadriculado modelo de manzanas del Eixample y dejando el testimonio de las chimeneas de las diferentes fábricas que originalmente ocupaban el espacio. Los edificios que la forman son edificios emblemáticos, obra de 18 equipos de arquitectos, ganadores de premios FAD de arquitectura. 


Además de la arquitectura y el urbanismo, las Olimpiadas regalaron a Barcelona una interesante colección de esculturas situadas en el entorno del barrio. El Pez de Frank Gehry, junto al Hotel Arts, una impresionante escultura de bronce que va cambiando de color con las horas del día, recuerda el pasado marítimo de este barrio. L’Estel Ferit (La Estrella Herida), de Rebeca Horn, rinde homenaje a las barracas de la Barceloneta desde la misma arena que ocuparon, y dos esculturas, David y Goliat, en recuerdo de las barracas del Somorrostro, y el Poder de la Palabra, situadas al principio y final del Parque de las Cataratas, frente a la Torre Mapfre y el Hotel Arts, completan el legado. 



El Pez (Frank Gehry)
David y Goliat (Antoni Llena)
La Estrella Herida (Rebeca Horn)

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