Los estragos de la Guerra Civil

Bombardeo sobre Barcelona

El zumbido de los motores de los aviones llena de nuevo el cielo de Barcelona. Es un día cualquiera, pero la población de la ciudad ya reconoce el sonido siniestro de los Saboya-Marchetti S.M.79 italianos, que llegan desde Mallorca. Los peatones se detienen, algunos miran hacia arriba con el pánico reflejado en los rostros, mientras otros comienzan a correr desesperadamente buscando un sitio seguro. Las sirenas de alarma, que han empezado tarde, empujan a la gente hacia los refugios. De repente caen las primeras bombas, y las explosiones sacuden el suelo. Edificios enteros se derrumban en una lluvia de escombros y polvo. Una columna de humo negro envuelta con gritos y gemidos comienza a elevarse por encima de las azoteas.

“ Los bombardeos en Barcelona no son sólo un acto de guerra, son la destrucción
de una ciudad llena de vida, una herida que nuestro pueblo traerá para siempre
— Antoni Rovira i Virgili

Barcelona era uno de los principales centros industriales y políticos de la Segunda República y un importante núcleo de producción logístico y militar. Debido a esto, se convirtió en un objetivo estratégico para las fuerzas sublevadas, y la aviación italiana y alemana, aliadas de Franco, la bombardearon repetidamente. Las embestidas fueron particularmente crueles, puesto que no sólo se atacaron objetivos militares, sino también la población civil, con el objetivo de desmoralizarla y destruir su capacidad de resistencia. Los barceloneses vivieron estos ataques con un miedo constante, escondiéndose en refugios subterráneos o en los túneles del metro, que también sirvieron como protección.


Testimonios de un bombardeo en la Iglesia de Sant Felip Neri

Durante la Guerra Civil, Barcelona se convirtió en uno de los principales objetivos de los bombardeos de la aviación italiana y la Legión Cóndor alemana, aliados del bando franquista. La intensidad y frecuencia de los bombardeos llevaron a la urgente necesidad de crear infraestructuras de protección para la población civil. La capacidad defensiva de la ciudad era limitada y las autoridades republicanas no contaban con un sistema de refugios organizado, lo que obligó a los ciudadanos a tomar la iniciativa. Así, surgieron comités vecinales y grupos de personas que, junto a técnicos y arquitectos, y la ayuda de las brigadas municipales, empezaron a construir refugios en las zonas más expuestas. La tipología variaba, desde galerías subterráneas con bancos y servicios básicos, hasta refugios mucho más complejos con múltiples accesos, aseos, instalaciones de agua y ventilación.


Refugios antiaéreos de Barcelona | Ana Sánchez

Se estima que, durante el conflicto, Barcelona llegó a construir más de 1.400 refugios antiaéreos repartidos por toda la ciudad. Algunos han sido restaurados y abiertos al público. Entre los más conocidos destacan el Refugio 307, situado en la calle Nou de la Rambla y construido por los propios vecinos del Poble-sec, con más de 200 metros de túneles y capacidad para cientos de personas. En la plaza del Diamant, el refugio 232, a 13 metros de profundidad, ha sido recuperado como parte del patrimonio histórico del barrio de Gràcia. 

“ Los refugios eran como un vientre protector, pero el miedo se infiltraba hasta el alma. Aprendimos a vivir con el ruido de la destrucción
como banda sonora de nuestra juventud
— Antoni Tàpies

La cárcel Modelo de Barcelona

El edificio de la cárcel Modelo es uno de los espacios de memoria de la ciudad que recuerda el sufrimiento de las víctimas del régimen. Durante el franquismo, la prisión Modelo fue uno de los epicentros de la represión, un espacio de encarcelamiento masivo para políticos, sindicalistas, intelectuales y otros disidentes. Construida en 1904 como prisión moderna, durante la dictadura se convirtió en un lugar de sufrimiento para miles de opositores al régimen. Tras la Guerra Civil, el recinto estaba saturado: sólo tenía capacidad para 800 presos, pero albergaba a más de 13.000. Las condiciones eran extremadamente duras, con celdas colapsadas, enfermedades y una alimentación insuficiente. Muchos de los reclusos fueron juzgados de forma sumarísima y condenados a muerte: entre 1939 y 1952 se ejecutaron 1.617 personas. Una de las víctimas más emblemáticas fue Salvador Puig Antich, ejecutado en 1974. Sin embargo, la cárcel fue también un escenario de resistencia: los presos políticos organizaban actividades culturales y formación clandestina para mantener vivo el espíritu de lucha. 

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